2. * Otros datos clínicos acompañantes:
disnea, fiebre, cortejo vegetativo, tos, expectoración,
hemoptisis,…
4. * Presencia de otros condicionantes
clínicos: inmovilizaciones, encamamientos,
cirugía previa, ...
RESPUESTA COMENTADA DE LAS OPCIONES ANTERIORES:
El dolor torácico constituye uno de los
síntomas fundamentales en la medicina clínica,
dadas de su incidencia, lo variado de su etiología y
pronóstico y la potencial gravedad de algunas patologías
incluidas en su diagnóstico diferencial. Entre los múltiples
procesos que pueden cursar con dolor torácico se incluyen
algunos muy frecuentes, pero benignos, junto con enfermedades
más graves cuyo pronóstico depende de la precocidad
en establecer un diagnóstico correcto y un tratamiento
adecuado. Aunque distintas patologías pueden cursar con
perfiles clínicos semejantes, es imprescindible determinar,
en todos los casos, las características fundamentales
del dolor y la presencia de datos clínicos concomitantes
(otros síntomas, condicionantes clínicos) que
permitan sospechar la presencia de un cuadro concreto y que
orienten hacia la petición de pruebas complementarias
específicas.La existencia de un traumatismo previo suele
ser obvia cuando está presente y, en ocasiones, enfermedades
infecciosas específicas pueden dar lugar, en su evolución,
a complicaciones que cursen con dolor torácico (múltiples
viriasis, neumonía, tuberculosis, sífilis, etc.)
pero son más infrecuentes –como antecedente documentado-
que otros cuadros potencialmente más graves que ocupan
un lugar preferencial en el diagnóstico diferencial del
dolor torácico.
RESUMEN DE LA ANAMNESIS COMPLETA DEL PACIENTE
Se trata de un paciente fumador importante y
con historia de frecuentes cuadros catarrales, acude a consulta
refiriendo el agravamiento de una bronquitis aguda previa por
la que no consultó y que le mantuvo en cama durante varios
días. Tras desaparecer la sensación distérmica,
las artromialgias, la odinofagia y mejorar de la expectoración,
el paciente acude a consulta, a la semana, por persistencia
de una tos residual que se acompaña en las últimas
48 horas de un dolor centrotorácico, retroesternal, no
irradiado, continuo pero de intensidad fluctuante, que se agrava
con la tos y que dificulta la respiración (sin presencia
de una clara disnea) y la conciliación del sueño
(el dolor se agrava con determinadas posturas).