Como comentábamos
al inicio del caso, la primera visita tras el alta hospitalaria se debe de comprobar
y controlar el tratamiento al alta. Con las evidencias actualmente disponibles
todo paciente que ha sufrido un IAM debe incluir en su plan terapéutico
un antiagregante, un betabloqueante, un inhibidor de la enzima conversora de angiotensina
(IECA) y, muy probablemente, una estatina. Se ha demostrado que un régimen
terapéutico que incluya todas estas opciones reduce la mortalidad hasta
en un 80 % en tan solo seis meses en pacientes que han sufrido un síndrome
coronario agudo, cuando se compara con personas, como el caso que nos ocupa, cuyo
régimen terapéutico no incluye estos fármacos. Como terapia
antiagregante se recomienda el empleo de AAS a dosis entre 75 y 150 mg/día.
En caso de intolerancia a la aspirina el clopidogrel constituyen una alternativa
eficaz y segura a la misma. Los betabloqueantes también han demostrado
reducciones de la morbi-mortalidad frente a placebo en pacientes que han sufrido
un evento coronario, independientemente del nivel de riesgo de los mismos. El
betabloqueante debe de carecer de actividad simpaticomimética intrínseca,
sin que existan diferencias entre cardio y no cardioselectivos. Al igual que los
Betabloqueantes, los IECA han demostrado reducción del riesgo de mortalidad,
de nuevos episodios coronarios y de evolución a insuficiencia cardiaca,
tanto en pacientes de alto riesgo como en pacientes con cardiopatía isquémica
estable. El descenso de los niveles de colesterol mediante el empleo de estatinas
también reduce la mortalidad global, la mortalidad cardio-vascular y la
coronaria. Recientes estudios han puesto de manifiesto que la terapia hipolipemiante
intensiva con dosis elevadas de atorvastatina se asocia a una reducción
del riesgo de padecer nuevos eventos cardio-vasculares graves, aunque no se reduzca
la mortalidad total y haya un aumento significativo de efectos secundarios (aumento
de transaminasas) con la terapia intensiva. Actualmente el objetivo a alcanzar
en prevención secundaria es de situar los niveles de Col-LDL por debajo
de los 100 MG/DL, siendo esta cifra el límite para iniciar tratamiento
con estatinas. La NCEP en su último informe plantea incluso el objetivo
de 70 MG/DL de Col-LDL en pacientes en prevención secundaria y en muy alto
riesgo cardio-vascular. Los bloqueantes de los canales del calcio no han demostrado
reducciones de la mortalidad en pacientes postinfartados, aunque verapamil y diltiazem
pueden disminuir el riesgo de reinfarto en pacientes con función ventricular
conservada. Los nitratos orales constituyen un tratamiento sintomático
de la angina de pecho y no tiene lugar en el manejo de pacientes sin síntomas
anginosos.