RESPUESTA CORRECTA |
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2 *Remitir de forma urgente al hospital:
ingreso por afectación miocárdica. |
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RESPUESTA COMENTADA DE LAS
OPCIONES ANTERIORES:
El derrame pericárdico es la complicación
más frecuente. Se ha de sospechar ante la no respuesta
o la reaparición del dolor tras la instauración
del tratamiento correcto; cuando disminuyen los voltajes del
QRS en el ECG (imagen 12); o si se produce un aumento de la
silueta cardiaca en la placa de tórax (imagen 7). La
aparición precoz y la progresión rápida
del derrame han de alertar sobre la posible evolución
hacia el taponamiento cardiaco. La sospecha clínica del
derrame obliga a la realización de una ecocardiografía
para confirmar el diagnóstico El taponamiento cardiaco
constituye la complicación más grave, mortal si
no se reconoce y se trata con rapidez. Consiste en la obstrucción
grave de la entrada de sangre en los ventrículos a causa
de la acumulación rápida (a veces 200 ml son suficientes
para provocarlo si se acumulan en poco tiempo) o masiva de líquido
en la cavidad pericárdica. Ha de sospecharse en todo
paciente con pericarditis y clínica compatible: hipotensión,
disnea, congestión hepática e incremento de la
presión yugular. El dato exploratorio más relevante
es la presencia de un pulso paradójico (disminución
inspiratoria de la tensión arterial sistólica
> 10 mm Hg, a veces con desaparición del pulso arterial)
y en el ECG es frecuente la presencia de alternancia eléctrica.
La elevación de la creatincinasa o de su fracción
MB es poco frecuente e indica afectación miocárdica,
aunque la elevación de las troponinas se puede observar
hasta en un 35-50% de los pacientes con pericarditis, sin asociarse
a un peor pronóstico. La presencia de una miocarditis
asociada aconseja el ingreso del paciente (tabla 13)
En ausencia de complicaciones el tratamiento ha de ser domiciliario:
reposo hasta que desaparezcan el dolor y la fiebre, y antiinflamatorios.
De elección son el ácido acetilsalicílico
(0,5- 1g /6 h vo) o la indometacina (25-50 mg/ 6 horas), que
deben mantenerse durante 10-15 días, disminuyendo progresivamente
la dosis hasta su supresión. Los corticoides (1 mg/kg
de peso/d) sólo deben utilizarse en casos de no respuesta
al tratamiento inicial con AAS o en caso de intolerancia a estos.
Con los corticoides se obtiene un rápido alivio asintomático,
pero su supresión favorece la recidiva.